La radiación UV favorece el desarrollo de cataratas e incluso la aparición de carcinomas

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Los ojos, al igual que la piel, son extremadamente sensibles a los daños solares. Un exceso de radiación ultravioleta (UV) puede favorecer el desarrollo de problemas oftalmológicos como las cataratas, la degeneración macular, las inflamaciones de la córnea (queratitis) y de la conjuntiva (conjuntivitis), patologías en los párpados (edema palpebral, eritemas, eccemas y quemaduras cutáneas), e incluso la aparición de carcinomas. Para prevenirlos, los especialistas insisten en el uso de unas buenas gafas de sol.
Cuando las gafas no son homologadas o no tienen filtro para los rayos ultravioleta, es incluso mejor no ponérselas, argumentan los especialistas, ya lo único que logran es proteger de la luminosidad, lo que da una falsa sensación de estar protegido.
En España el problema ocular más habitual es el pterigion, una especie de telilla de la conjuntiva que crece de forma anormal, va invadiendo paulatinamente la córnea e interfiriendo en la visión normal del afectado. Se trata de una afección muy relacionada con el sol; se da más en el sur que en el norte y más en pescadores, agricultores o jugadores de golf que en personas que trabajan en la oficina.
Es falso que cuanto más oscuras sean las gafas más protegen. El color no está relacionado con el filtro solar. Solo afecta al espectro de luz visible, lo que produce un deslumbramiento más o menos molesto. A mayor oscuridad, menos intensidad de luz. Por eso las gafas oscuras son recomendables para la playa y la montaña. El problema se presenta cuando los cristales son oscuros y no llevan filtro UV. La pupila se relaja y se dilata, por lo que desaparece esa barrera de defensa que ponemos ante los rayos del sol. De esta forma, los ultravioleta tienen capacidad para hacer más daño.

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